Firma del acta de la Independencia

Francisco Macías Nguema fimando el acta de la Independencia el 12 de octubre de 1968.

Ese experimento de España llamado «Guinea Ecuatorial», ha fracasado.

Siempre he admirado la lucidez de aquellos hombres y mujeres valientes que se opusieron a la constitución de Guinea Ecuatorial como estado independiente de la forma irresponsable en la que acabó siendo erigida, apresuradamente, sin criterios claros de lo que se iba a hacer el día siguiente de firmar la independencia, en ausencia total de garantías democráticas y de libertades civiles a años vista, … Se firmó la peor independencia en el peor momento posible. El tiempo ha acabado dando la razón a esos visionarios, si tenemos en cuenta que cualquier atisbo de libertad, de justicia y de prosperidad para los pueblos que la constituyen quedó en un sueño, en un mal sueño. 52 años después no hay nada que celebrar a no ser que se sea miserablemente cínico o peligrosamente ignorante.

El 12 de octubre de 1968 fue el día en el que los pueblos que integran Guinea Ecuatorial, firmaron, una vez más, su sentencia de miseria y muerte. 52 años después nada ha cambiado. Seguimos fuertemente encadenados. A día de hoy solo somos una nación enconada y con gangrena, en fuerte proceso de descomposición; en la que el poder ha cambiado de color, pero no de concepción: un poder que siempre ha entendido su relación con la población como el resultado de la exigencia de una adhesión, exento de responsabilidad, suficientemente justificado por el mero hecho de existir, «providencial» y, por lo tanto, no criticable, no mejorable, no susceptible de oposición, no sustituible salvo por un acto de traición a la «patria» (J. Creus). Guinea Ecuatorial ha devenido en fracado.

«Unida, paz y juticia». Este es el lema del escudo de armas de Guinea Ecuatorial. Sin embargo, los pueblos que la integramos no hemos sabido o no hemos querido aprender a respetarnos mutuamente y a convivir unidos desde el mutuo reconocimiento, sin hablar de mayorías o de minorías, sino de ciudadanos libres e iguales en un país independiente y libre. Suscecptibles, en virtud de aquello, de derechos y obligaciones.

Guinea Ecuatorial necesita ser refundada o disuelta porque la mayoría sigue viviendo en una especie de esclavitud 2.0. Creemos que nadie debería ser discriminado por ser anobonés, benga, bubi, fang, o ndowé. ¡Nadie! El futuro de Guinea Ecuatorial, si es que tiene futuro, pasa por resolver este serio problema. También pasa por poder decir que en 52 años de «independencia» todo (derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales) sigue igual o peor que antes. Pasa por ser libres en serio con unidad, paz y justicia.

 

Andrés C. Echube