Para el filósofo suizo Pascal Mercier, cuando abandonamos un sitio dejamos allí una parte de nosotros, nos quedamos allí aunque nos marchemos; y hay cosas de nosotros que solo podemos recuperar si regresamos a ese sitio. Por eso —sostiene Mercier— siempre viajamos a nosotros mismos cuando vamos a un lugar donde hemos recorrido un tramo de nuestras vidas, por muy breve que haya sido la estancia.

Hace cinco años la Ciutat de Vàlencia se unía a otras ciudades españolas en las que yo había vivido (Valladolid y Sevilla) durante un largo período. Ha pasado el tiempo y hoy me despido después de estos trepidantes y maravillosos años. Un adiós que en realidad es un hasta luego porque son muchas las vivencias y experiencias que me han acercado y unido para siempre a esta bella ciudad; a su gente,  a sus tradiciones y a su historia. ¡Me encanta Valencia! Parte de mí se queda. Buenos amigos, lugres, sabores, olores…

Ahora que me marcho de Valencia para continuar con mis estudios de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, me vienen a la cabeza muchos recuerdos de este etapa que hoy finaliza. Una estapa que ha sido muy intensa, con una notable trascendencia a nivel personal incalculable. Años de búsqueda y de aprendizaje constantes, debido en parte a mi paso por la Facultad de Teología S. Vicente Ferrer y la Facultad de Filosofía de la UV.  Por ello hoy solo puedo decir ¡gracias Valencia!  Gracias a todos mis amigos valencianos, ¡graciès per tant! Y que ens tornem a veure.

 


Andrés C. Echube